Serpa, bastión de la artesanía tradicional del Alentejo

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Las artes tradicionales se mantuvieron en Serpa hasta muy tarde, inmunes a las innovaciones tecnológicas. Se han vinculado al marco económico de una región en la que predominaba una agricultura de trabajo primitivo, pudiéndose decir que el declive de la artesanía se debió a los cambios que tuvieron lugar en el ámbito de los trabajos del campo, a partir de los años sesenta del siglo XX. En la actualidad, todas estas herramientas y oficios se pueden revivir en el Museo Etnográfico de Serpa.

Obras notables por la dificultad de su fabricación, funcionalidad y estética, que salieron de las manos de los carpinteros de carros alentejanos (los abegones); de los alfareros; de los talabarteros; de los correderos (que hicieron famosas las “cabezas” de los animales de trabajo y de silla de montar); de los herreros (maestros únicos en la fabricación de accesorios, pero también de piezas de hierro forjado); de los latoreros (en el rebuscado arte de confección de utensilios de hojalata, zinc, chapa…); de los curtidores (que preparaban el cuero y las pieles para hombres y animales), de los cadeireiros (fabricantes de las sillas rústicas de palo de álamo con fondo y respaldo entrelazados de conejo), etc.

Todavía podemos encontrar maestros artesanos de diferentes técnicas, quienes todavía son los roupeiros, los fabricantes del queso de oveja que han dado tanta fama al queso alentejano. El roupeiro literalmente significa ‘armario’, debido a la vestimenta, donde tiene lugar la fabricación del queso y recibe tal nombre por el número considerable de ropa y telas asociadas a la labor: paños de lana áspera y gruesa con los que se filtra la leche; tiras blancas de tela cruda que sirven para ceñir el queso; pañales donde se escurre colgado el requesón, etc.

A pesar de que los tiempos apuntan a una situación de inevitable desaparición de ciertas tradiciones y costumbres,  en Serpa y sus pedanías aún subsisten algunas de las artes antiguas, convirtiéndose en una zona de gran interés para el patrimonio cultural alentejano.

Todo aquel visitante que deambule por las estrechas calles blancas de las aldeas del municipio, podrán disfrutar de los tradicionales talleres de zapatero o detenerse, por curiosidad, en los espaciosos talleres de los herreros.

Otros productos de la artesanía local lograron pasar del dominio utilitario a la esfera de los objetos decorativos. Es el caso de la reproducción de piezas de madera y corcho del arte milenario de los pastores. Fabricados para ornamentación, una vez perdida su función práctica, no dejan, sin embargo, de estar imbuidos de un afectivo significado. De ellos se distinguen las cucharas de madera, a veces de cabo ornamentado y los ‘cojinetes’ de corcho, muchas veces grabados (por donde se bebía el agua).

En Serpa parece haber quedado arraigado el espíritu de la perfección, el gusto por la obra acabada, bien presente en la máxima escrita en tiempos en uno de sus talleres de herrería: Todo lo que vale la pena ser hecho, vale la pena ser bien hecho (respetamos aquí la expresión portuguesa).

Texto: Cámara de Serpa

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