La revista ‘The Illustrated London News’ publica artículo sobre Zafra-Huelva en 1889

Noticias
Facebook
X (Twitter)
Email
WhatsApp

Las publicaciones que muestran imágenes o reportajes de latitudes lejanas han proliferado desde mediados del siglo XIX. Las revistas de viajes fueron incrementando su importancia debido al gran calado que tenían entre los lectores sus artículos sobre rincones desconocidos. Una de las más destacadas en el último siglo ha sido The Illustrated London News, revista inglesa ilustrada fundada por Herbert Ingram y Mark Lemon en 1842.
En esta prestigiosa publicación aparecieron diversos reportajes que tuvieron a la provincia de Huelva como protagonista. Algunos de ellos fueron los poemas de Rogers dedicados a Colón en 1834, la Celebración del Cuatrocientos Aniversario de la Navegación de Colón por América, con ilustración de la Carabela Santa María en 1892 y una descripción de las Minas de Río Tinto, aparecido el 7 de agosto de 1875. En esta ocasión, vamos a detenernos en el viaje que uno de sus colaboradores hizo a territorio onubense a través de la línea férrea Zafra-Huelva.
“En el Suroeste de España, en el Ferrocarril de Zafra y Huelva” (“In South-west Spain: on the Zafra and Huelva railway” en la versión original) es una serie de artículos que se inician el 26 de enero de 1889, continúa el 2 de febrero de 1889, para finalizar el 9 de febrero de ese mismo año. El texto se publicó en varias fases por parte de R.M.M., quien firma las crónicas, refiere su trayecto en el ferrocarril, desde su inicio en tierras extremeñas hasta su finalización en Huelva capital, desde donde partió hacia Sevilla y Madrid.
En este transcurso, y a lo largo de tres amplios artículos, el autor describe las zonas por las que va pasando. La expedición llegó a Badajoz desde Lisboa y se dirigió a Mérida, ciudad que describe, y desde la que decidieron partir en ferrocarril “construido con dinero inglés”, con el objetivo de conocer Sierra Morena y viajar por “esta tierra virgen”.
Feria de Zafra de 1889
Pasan por Almendralejo y llegan a Zafra, ciudad a la encuentran en plena feria ganadera; se acercan a Fregenal de la Sierra, cuya descripción finaliza el primero de los artículos publicados.
El segundo asalto se desarrolla ya en la actual provincia de Huelva, llegando a la estación de El Repilado, cuya estación “sirve a seis pueblos”. Conocen “Galarosa”, escrito con ‘s’, en lugar de con ‘z’, “enclavado en medio de arboledas de nogales, castaños y árboles frutales”, donde visitan “un árbol de notables proporciones, donde una familia de cinco miembros se escondió durante tres días durante la invasión francesa”.
En Fuenteheridos dicen coronar “el punto más alto de la Sierra”, desde el que bajan “por una calzada romana” hasta lo que califican como los “restos de una fortaleza romana de vigilancia”. Alaban las atenciones del señor Tinoco, “principal propietario de Fuenteheridos”, quien habría impulsado la exportación de frutas y la apertura de “extensas canteras de mármol blanco”.
Al llegar a la Peña de Arias Montano, afirman que Felipe II le visitó en este lugar que es “un centro de peregrinos”. Al volver a Fuenteheridos, el autor se detiene en la plaza de toros local y en la bondad del clima para curar enfermedades. Desde el tren, de nuevo, vislumbran la localidad de Cortegana y pasan por el túnel de San Cristóbal, a partir del cual cambia el paisaje, como reza el tercero de los artículos publicados.
Ya se sumergen en la Cuenca Minera onubense, se vanaglorian de la factura inglesa de dos viaductos, pasan por la estación de Valdelamusa y alcanzan Calañas, donde “hay la ruina de una pequeña mezquita”. En su recorrido hacia el sur onubense, encuentran zonas de un “rico distrito agrícola” y, acercándose a Huelva, se detienen en la estación de “Figuerillos”, desde donde contemplan el desarrollo de la industria del vino.
A la búsqueda de Cristóbal Colón
Al llegar a la capital provincial, descansan en “el más confortable hotel” y toman reconfortantes baños en el Hotel Colón, desde el que acometen agradables excursiones, como la que recorrió el estudario del Odiel en una lancha de vapor hasta el cruce del Tinto. Visitaron La Rábida, donde valoran la estancia allí de Colón y rememoran lo que podrían haber hecho el Almirante en este lugar mítico. Al mencionar al cercano pueblo de Palos, se asombra el redactor de que “los estadounidenses que visitan Europa para ver sus lugares de interés nunca encuentran en su camino a este lugar interesante”.
La visita a Niebla les asombra por su pasado romano y morisco, con rica documentación histórica que “bien merece el examen cuidadoso de los anticuarios”. El último de los lugares onubenses descritos es Gibraleón, cuya feria visitan y se interesan por “las ruinas del puente romano, cruzando el Odiel” y por el castillo olontense. El final del tercer artículo anuncia que se realizaron otras excursiones a las Minas de Río Tinto, pero que por el momento no se van a describir.
Las páginas dedicadas a acompañar gráficamente al texto son de lo más interesante de esta publicación. Se habrían realizado en base a “una serie de fotografías realizadas por el Sr. Mayboll, quien residió algún tiempo en la Sierra, como ingeniero en la construcción del ferrocarril”. En una de ellas, aparecen paisajes y detalles extremeños, de Badajoz o Zafra. Pero en las otras dos, se recogen lugares onubenses; en el segundo artículo se recoge el Hotel Colón, junto a viaductos sobre el Odiel y las ruinas patrimoniales de Niebla. A ellos se suma la página de la zona central de la Sierra, con dibujos de Fuenteheridos, Cortegana, la Peña de Arias Montano (a la que denomina “Convento de Los Ángeles”), la estación ferroviaria de Almonaster, con el túnel bajo el Cerro de San Cristóbal al fondo, una carretera cerca de El Repilado y una panorámica de Galaroza.
El autor de las ilustraciones fue George Montbard, nacido Charles Auguste
Loye el 2 de agosto de 1841 en Francia. Fue un artista pictórico que cultivó
disciplinas como la caricatura, la ilustración, la acuarela o el óleo. Sus obras aparecieron en semanarios, revistas y periódicos de la época, y fue un activista político, participando activamente en la Comuna de París en 1871. Huido a Londres, continuó enviando sus dibujos y codeándose con Van Gogh, colaborador también de ‘The Illustrated London News’. Falleció el 5 de agosto de 1905.
La revista constaba de dieciséis páginas y, al menos, su primera época, costaba seis peniques. Se publicaba semanalmente hasta 1971, cuando empezó a hacerlo mensualmente. Desde 1989 lo hizo bimestralmente y desde 1994 en forma bianual, hasta su desaparición en 2003.
Junto a la francesa ‘L´Illustration’, inspiró otras publicaciones aparecidas en España en el siglo XIX, como ‘Actualidades’, que incluía artículos sobre la situación política del momento y otros ámbitos, como música, espectáculos, moda o notas de sociedad, adornado con ilustraciones de calidad.

Las publicaciones que muestran imágenes o reportajes de latitudes lejanas han proliferado desde mediados del siglo XIX. Las revistas de viajes fueron incrementando su importancia debido al gran calado que tenían entre los lectores sus artículos sobre rincones desconocidos. Una de las más destacadas en el último siglo ha sido The Illustrated London News, revista inglesa ilustrada fundada por Herbert Ingram y Mark Lemon en 1842. 

En esta prestigiosa publicación aparecieron diversos reportajes que tuvieron a la provincia de Huelva como protagonista. Algunos de ellos fueron los poemas de Rogers dedicados a Colón en 1834, la Celebración del Cuatrocientos Aniversario de la Navegación de Colón por América, con ilustración de la Carabela Santa María en 1892 y una descripción de las Minas de Río Tinto, aparecido el 7 de agosto de 1875. En esta ocasión, vamos a detenernos en el viaje que uno de sus colaboradores hizo a territorio onubense a través de la línea férrea Zafra-Huelva

“En el Suroeste de España, en el Ferrocarril de Zafra y Huelva” (“In South-west Spain: on the Zafra and Huelva railway” en la versión original) es una serie de artículos que se inician el 26 de enero de 1889, continúa el 2 de febrero de 1889, para finalizar el 9 de febrero de ese mismo año. El texto se publicó en varias fases por parte de R.M.M., quien firma las crónicas, refiere su trayecto en el ferrocarril, desde su inicio en tierras extremeñas hasta su finalización en Huelva capital, desde donde partió hacia Sevilla y Madrid

En este transcurso, y a lo largo de tres amplios artículos, el autor describe las zonas por las que va pasando. La expedición llegó a Badajoz desde Lisboa y se dirigió a Mérida, ciudad que describe, y desde la que decidieron partir en ferrocarril “construido con dinero inglés”, con el objetivo de conocer Sierra Morena y viajar por “esta tierra virgen”. 

Feria de Zafra de 1889

Pasan por Almendralejo y llegan a Zafra, ciudad a la encuentran en plena feria ganadera; se acercan a Fregenal de la Sierra, cuya descripción finaliza el primero de los artículos publicados. 

El segundo asalto se desarrolla ya en la actual provincia de Huelva, llegando a la estación de El Repilado, cuya estación “sirve a seis pueblos”. Conocen “Galarosa”, escrito con ‘s’, en lugar de con ‘z’, “enclavado en medio de arboledas de nogales, castaños y árboles frutales”, donde visitan “un árbol de notables proporciones, donde una familia de cinco miembros se escondió durante tres días durante la invasión francesa”. 

En Fuenteheridos dicen coronar “el punto más alto de la Sierra”, desde el que bajan “por una calzada romana” hasta lo que califican como los “restos de una fortaleza romana de vigilancia”. Alaban las atenciones del señor Tinoco, “principal propietario de Fuenteheridos”, quien habría impulsado la exportación de frutas y la apertura de “extensas canteras de mármol blanco”. 

Al llegar a la Peña de Arias Montano, afirman que Felipe II le visitó en este lugar que es “un centro de peregrinos”. Al volver a Fuenteheridos, el autor se detiene en la plaza de toros local y en la bondad del clima para curar enfermedades.  Desde el tren, de nuevo, vislumbran la localidad de Cortegana y pasan por el túnel de San Cristóbal, a partir del cual cambia el paisaje, como reza el tercero de los artículos publicados. 

Ya se sumergen en la Cuenca Minera onubense, se vanaglorian de la factura inglesa de dos viaductos, pasan por la estación de Valdelamusa y alcanzan Calañas, donde “hay la ruina de una pequeña mezquita”.  En su recorrido hacia el sur onubense, encuentran zonas de un “rico distrito agrícola” y, acercándose a Huelva, se detienen en la estación de “Figuerillos”, desde donde contemplan el desarrollo de la industria del vino. 

A la búsqueda de Cristóbal Colón

Al llegar a la capital provincial, descansan en “el más confortable hotel” y toman reconfortantes baños en el Hotel Colón, desde el que acometen agradables excursiones, como la que recorrió el estudario del Odiel en una lancha de vapor hasta el cruce del Tinto. Visitaron La Rábida, donde valoran la estancia allí de Colón y rememoran lo que podrían haber hecho el Almirante en este lugar mítico. Al mencionar al cercano pueblo de Palos, se asombra el redactor de que “los estadounidenses que visitan Europa para ver sus lugares de interés nunca encuentran en su camino a este lugar interesante”. 

La visita a Niebla les asombra por su pasado romano y morisco, con rica documentación histórica que “bien merece el examen cuidadoso de los anticuarios”. El último de los lugares onubenses descritos es Gibraleón, cuya feria visitan y se interesan por “las ruinas del puente romano, cruzando el Odiel” y por el castillo olontense. El final del tercer artículo anuncia que se realizaron otras excursiones a las Minas de Río Tinto, pero que por el momento no se van a describir. 

Las páginas dedicadas a acompañar gráficamente al texto son de lo más interesante de esta publicación. Se habrían realizado en base a “una serie de fotografías realizadas por el Sr. Mayboll, quien residió algún tiempo en la Sierra, como ingeniero en la construcción del ferrocarril”. En una de ellas, aparecen paisajes y detalles extremeños, de Badajoz o Zafra. Pero en las otras dos, se recogen lugares onubenses; en el segundo artículo se recoge el Hotel Colón, junto a viaductos sobre el Odiel y las ruinas patrimoniales de Niebla. A ellos se suma la página de la zona central de la Sierra, con dibujos de Fuenteheridos, Cortegana, la Peña de Arias Montano (a la que denomina “Convento de Los Ángeles”), la estación ferroviaria de Almonaster, con el túnel bajo el Cerro de San Cristóbal al fondo, una carretera cerca de El Repilado y una panorámica de Galaroza. 

El autor de las ilustraciones fue George Montbard, nacido Charles Auguste Loye el 2 de agosto de 1841 en Francia. Fue un artista pictórico que cultivó disciplinas como la caricatura, la ilustración, la acuarela o el óleo. Sus obras aparecieron en semanarios, revistas y periódicos de la época, y fue un activista político, participando activamente en la Comuna de París en 1871. Huido a Londres, continuó enviando sus dibujos y codeándose con Van Gogh, colaborador también de ‘The Illustrated London News’. Falleció el 5 de agosto de 1905.

La revista constaba de dieciséis páginas y, al menos, su primera época, costaba seis peniques. Se publicaba semanalmente hasta 1971, cuando empezó a hacerlo mensualmente. Desde 1989 lo hizo bimestralmente y desde 1994 en forma bianual, hasta su desaparición en 2003.

Junto a la francesa ‘L´Illustration’, inspiró otras publicaciones aparecidas en España en el siglo XIX, como ‘Actualidades’, que incluía artículos sobre la situación política del momento y otros ámbitos, como música, espectáculos, moda o notas de sociedad, adornado con ilustraciones de calidad.


Asociación Cultural Lieva

Últimas Noticias