El Retablo, un medio de comunicación para los ‘fieles’

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El Retablo constituye una de las obras más originales del Arte Sacro. Su origen se remonta al siglo XI, evolucionando durante la Edad Media y llegando a su época de esplendor en el Barroco. En él se suman arquitectura, escultura y pintura, que se conjugan ordenadamente en una especie de armonía y de acuerdo entre todas las partes, buscando la belleza decorativa de un altar.

Pero su belleza viene acompañada de un sentido pedagógico, ligado a la tradición didáctica que la Iglesia ha mantenido en torno a las imágenes, especialmente después del Concilio de Trento.

Son, por tanto, espacios de veneración donde se concentran las verdades fundamentales de la iglesia. Las imágenes narran fragmentos de la Biblia,  quedando expuestas para divulgar la devoción a las historias sagradas, convirtiéndose en un medio de comunicación entre la iglesia y sus fieles.

En la zona de la Baja Extremadura merece especial atención el Retablo cerámico de la Capilla Mayor del Monasterio de Tentudía, por su originalidad y valor iconográfico. Este monumento declarado de Interés Histórico Artístico Nacional está situado en Calera de León y fue uno de los centros más significativos de la Orden de Santiago. En el retablo de azulejería se conmemora la victoria contra las tropas musulmanas durante la Reconquista, gracias a la intervención milagrosa de la Virgen.

Pero lo más común, son los retablos realizados en madera policromada en los que esculturas talladas en madera o pinturas religiosas se organizan en calles, conformando un entorno arquitectónico.

Existen importantes ejemplos, como el de la Parroquia del Salvador en Calzadilla de los Barros (s.XVI), declarado Monumento Histórico Artístico. Con un conjunto de 28 tablas pintadas, es uno de los conjuntos tardomedieval más significativos de Extremadura. Su articulación general recuerda a la de un gran tríptico, al igual que el Retablo mayor de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Camino, en Medina de las Torres, que aloja 23 pinturas con escenas de la vida de Jesús y María. También de mediados del s.XVI, es el Retablo mayor de la Parroquia de Arroyo de San Serván, pero su concepción artística es diferente, superando ya las reminiscencias góticas y dando paso al nuevo código artístico plateresco.

Con el paso del tiempo, se asiste a una reducción iconográfica que culmina en el Barroco, con retablos dedicados a la veneración de una sola imagen. Se relega a un segundo término la preocupación pedagógica e iconográfica, primando una intención conmemorativa que transforma la morfología de los retablos.

Deja de ser exclusivamente pictórico y evoluciona a escultórico-pictórico, incluso enteramente escultórico como el Retablo de la Parroquia de Santa Ana de Fregenal de la Sierra (segunda mitad del s.XVI).

Otros destacados retablos son: Retablo mayor de la Parroquia de Nuestra señora del Valle, en Villafranca de los Barros (fines del s.XVI), que superado el repertorio decorativo del plateresco se adscribe a la estética del renacimiento clásico, y los Retablos de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de Zafra; el de Nuestra Señora de los Remedios, (mediados del s.XVII) cuyos lienzos fueron pintados por Zurbarán, y el Retablo Mayor (ultimo tercio del s.XVII) que sin abandonar el esquema clásico, introduce algunos elementos y formas claramente barrocas.

Extremadura constituyó un paso obligado entre Castilla, Andalucía y Portugal, convirtiéndose en lugar de importantes encuentros culturales que acaban singularizándola. En la escultura y pintura religiosa de los retablos de la Baja Extremadura se advierten estas influencias, predominando la factura de artistas andaluces, principalmente sevillanos, junto a artistas extremeños como Morales o Zurbarán.

Isabel Cuellar Gordillo
Historiadora del Arte

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