Tras un periodo de letargo de varios lustros, las minas de Riotinto vuelven a latir, y vuelve el hombre a hurgar en sus entrañas, en busca de las riquezas que atesoran estas tierras desde tiempos inmemoriales. Son muchas las civilizaciones que, tal y como lo atestiguan los numerosos restos arqueológicos que se han encontrado, se sintieron atraídas por el murmullo del río Tinto. Sin embargo, no hay mayor cicatriz en esta tierra que la que dejaron los ingleses, cuando adquirieron estas minas en propiedad, en 1873, por poco más de 92 millones de pesetas.
Tierra de Cobre y Sangre. Minas de Riotinto y su latido, 1873-1936 (Editorial Chiado, 2ª edición: julio de 2017), del autor aracenense, José Manuel García Durán, recoge todo cuanto aconteció en las minas bajo el mandato de la compañía inglesa: la adquisición de las minas por el consorcio inglés, la construcción del ferrocarril que vertebraría la provincia de norte a sur, el problema de los humos y la inestable convivencia entre dos formas de vida que se vieron obligadas a convivir en la misma época y comarca, el fatídico año de los tiros, los conflictos sociales y laborales de las primeras décadas del siglo XX, la proclamación de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil Española…
En 2018 se conmemora el 130 aniversario de un fecha trágica para la cuenca minera: el Año de los Tiros. En la novela se describe de manera fiel todo cuanto aconteció la tarde del sábado cuatro de febrero de 1888, cuando una multitudinaria manifestación se concentró en la plaza del ayuntamiento del antiguo pueblo de Riotinto y sus protestas fueron silenciadas con pólvora y metal, provocando un número de muertos que aún hoy se desconoce.
Hay quien considera que aquella manifestación fue el germen de la lucha medioambiental, de ahí que incluso desde la capital onubense y desde la misma la Junta de Andalucía se haya pretendido reivindicar que el cuatro de febrero fuera reconocido como el Día Mundial del Ecologismo. Reivindicación que no comparten muchos historiadores locales y tampoco García Durán; quien indica que “aquella protesta tenía por objetivo, única y exclusivamente, la mejora de las condiciones laborales y poco, por no decir nada, tuvo que ver el sentimiento ecologista con aquella protesta que provocó tanta muerte…”. Según el autor, “…el Año de los Tiros fue el resultado del enfrentamiento entre el poder caciquil de la comarca y las industrias mineras que cada vez acaparaban más poder a nivel provincial y nacional… En aquella época nadie había oído hablar del concepto de ecologismo, al menos tal y como hoy lo entendemos…”.
A comienzos de junio del presente año, García Durán ganó el III Concurso de Relatos Cortos 1888, el Año de los Tiros, organizado por la Asociación Cultural El Doblao, con su relato Locomotora 51, en el que aborda el destino de los cientos de cadáveres que resultaron de aquella fatídica tarde del cuatro de febrero de 1888. A día de hoy, aún se desconoce el número de fallecidos y el lugar donde fueron enterrados sus cuerpos. “También esto es Memoria Histórica, aunque hayan pasado 130 años…”, señala el autor.
José Manuel García Durán vive en Aracena. Es licenciado en Ciencias Biológicas, y actualmente trabaja como guía turístico en la Gruta de las Maravillas. Sacó a la luz el libro Tierra de Cobre y Sangre después de haber estado investigando de forma exhaustiva la historia de las minas de Riotinto durante más de seis años. Según palabras del autor: “se trata de una de las infinitas historias que permanecen calladas bajo el latido cárdeno de los cerros de la cuenca minera, (…) cada uno es parte de lo que fueron su gente y parte de la historia de la tierra que lo vio nacer…”.
Contacto: jmgarciaduran@hotmail.com