INFONUBEX, fiel al ideal desde su fundación en 2004 de recoger, aportar y divulgar la Cultura, hoy se hace eco y muestra en este número la reciente aparición del libro titulado Historias de Encinasola, del General Prim y de la Guardia Civil que tan buena acogida ha tenido. Narrado en primera persona, su autor, Antonio Rojo Morales, nos cuenta una serie de interesantes historias, y, en algunos casos, vivencias personales que da a conocer sobre la historia reciente de Encinasola en la que, en su día, tomó parte directa, dado su cargo, relativa a la apertura definitiva de su frontera con Portugal.
Es por ello que Encinasola, por la que Rojo siente un especial afecto, y como homenaje a la misma, la Villa se erige en el libro como su “centro geográfico y aglutinador” de casi todas las historias que contiene, de ahí su título, donde, si alguna no nació en su entorno, sí ha tenido en la misma su epílogo final. Casi todas vinculadas, como no podía ser de otra forma, a la existencia de la cercana frontera portuguesa, que condiciona bastante su vivir diario, las que el autor ha conocido, o bien debido a su cargo, y, otras veces, a su labor investigadora durante años.
Cabe decir que, tras hablar de su visita a Évora, de Argantonio, de Viriato, de los visigodos, de don Rodrigo, sus amoríos, derrota y desaparición, de la invasión musulmana, de los judíos de Toledo, de Alfonso X El Sabio y su fallida política de matrimonios, del Cid portugués – apodado Geraldo sem pavor (sin miedo) -, de su reconquista de Évora a los moros y de su triste final, del asalto y la quema de Encinasola por los portugueses, del bandolero Diego Corrientes – que abrió taberna en Barrancos -, capturado en Portugal y ajusticiado duramente en Sevilla. Del asunto de La Contienda, litigio y problema entre España y Portugal que duró 7 siglos, del contrabando… y, aunque sobre gustos no hay nada escrito, destaca entre todas la casi desconocida llegada a Encinasola – “en aquella fría mañana del sábado 20 de enero de 1866” – del General Juan Prim y Prats, Marqués de los Castillejos, vencedor de la famosa batalla con tal nombre, acompañado de su Estado Mayor, compuesto por los generales Milans del Bosch y Pavía, y varios coroneles, escoltados todos por dos Regimientos de Húsares, los de Calatrava y Bailén, que con sus respectivos mandos a caballo, más el séquito de civiles e incondicionales a la causa ‘liberal’ que Prim lideraba, entraron en la misma, sorprendiendo a todos y causando estupor.
Eran casi ochocientos hombres y algunas mujeres, los que se habían sumado a su intento de “pronunciamiento” el día 3 de enero, en contra de la reina Isabel II de Borbón, que había tenido lugar y fracasado casi antes de empezar, debido a las medidas tomadas a tiempo para evitarlo por el General Narváez, ocurrido en Villarejo de Salvanés, a unos 30 kilómetros de Madrid, donde se habían ido reuniendo secretamente para dar el ‘grito’, dando la villa nombre a la intentona en la Historia de España.
Tras, el fallido golpe, al no poder sumarse las guarniciones de Madrid y otras capitales y decidir mantenerse unidos y fieles a su general los reunidos en Villarejo, ante el temor a las responsabilidades que habían contraído, sublevación que sería duramente castigada – en Madrid hubo fusilamientos -, decidieron iniciar una retirada esperando tiempos mejores, poner tierra de por medio e intentar alcanzar la lejana frontera portuguesa.
La odisea estaba servida. Cruzaron huyendo de sus perseguidores, media España a caballo, más de 800 kilómetros, durante 19 días en duras jornadas, usando trochas, veredas y caminos casi desconocidos, pasando por los pueblos menos habitados, donde eran recibidos como libertadores; se les vitoreaba, se les daba comida, se les hacían coplas e incluso, un incondicional le regaló a Prim un caballo, que aceptó de buen grado.
Las gentes de los pueblos por donde pasaron, de La Mancha, de los Montes de Toledo, de toda la Extremadura, amén de la de Encinasola, presenciaron atónitos, tanto de día como de noche su llegada y paso, y, en otros casos, la parada y acampada para pasar la noche, si la distancia con sus perseguidores se lo permitía. Desconociendo muchos, a qué se debía la marcha y qué había ocurrido ese día 3, y que iban buscando secretamente un paso fronterizo donde no se les esperase, para poder escapar; entrando finalmente en Portugal por el de Encinasola a Barrancos, donde pidieron, y se les concedió, asilo político.
Había esquivado Prim, gran estratega, durante tantos días, a los tres ejércitos que con más de 20.000 hombres y por orden del Gobierno intentaron capturarlo desde distintos puntos, (Extremadura, Madrid y Andalucía) mandados por tres experimentados generales, cuya valía e inteligencia Prim conocía personalmente por haber sido sus compañeros en las guerras carlistas y de África. Eludió las diferentes ‘tenazas’ envolventes que le intentaron hacer, cambiando inesperadamente su rumbo con marchas y contramarchas, vadeando temerariamente ríos crecidos, rompiendo puentes tras su paso, derribando y cortando los postes del telégrafo, e incluso burló durante los 19 días que duró la escapada a una Sección Especial de Veteranos de la Guardia Civil mandada por el famoso Comandante Camino, los que encabezaban la vanguardia de la persecución.
Su lucha contra la reina Isabel II la culminó dos años después, en 1868, cuando triunfó en su empeño, consiguió destronarla y que abandonara España, llegando a Presidente del Gobierno, trayendo otro rey, pero… tres días antes de que Amadeo El Italiano llegase, el 27 de diciembre de 1870, fue herido a la salida del Congreso, por los disparos efectuados a placer desde distintos puntos de la calle por nueve esbirros asesinos emboscados en la encerrona de la calle del Turco, cuando en su coche de caballos se dirigía a su domicilio, para lo que atravesaron otro vehículo en la calle, muriendo dos días después por las heridas…
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